Madre de la bondad
que estás en todas las milpas
y en los colores de las piedras.
Tu enseñanza a leerse
entre el mundo de la naturaleza.
Me portaré bien
con las plantas y las flores
con todo lo vivo que aún nos queda
& a la gran vida vamos.
Al corazón del día, tus respiros de bosque.
Años, horas
& desde el lado de tu mundo
a ya mi edad de oscuridades, la luz.
Después pero después de toda lejanía
& al latido aún te siento.
Fe de paisaje.
Tan sólo ir.
1 despertar al camino de todos los viajes.
La risa del río
cuando da de beber a las distancias.
Presentarte los respetos del frío
con cada flor que nace.
Las voces que amamos
cuando el viento nos deja
la puritita soledad.
El sendero de la virtud.
¿No estamos más vivos de
dejarte tomar el canto
que llena el pecho de los pájaros?
Allá va otra tarde
que ya tarde nos encuentra
pero nunca la sorpresa
como de amigas en la primaria
& en la paz de las mejillas llenas,
como peinarle las ramas a las canas
para que nos de otro poco la felicidad
y a la mitad de todo.
Soy otro animalito
en la virtud de tus campos verdes.
Se nos secó 1 poco el sol
pero no la alegría del calor.
Son estas noches
que se visten con las aguas
y sus mocedades del barrio:
otra lluviecita
pintada de la transparencia del querer.
Los ojos de la tierra
que miran cómo nos crece
el amor & el perdón,
cómo nos cocinamos
la dulzura de la existencia,
1 fiesta en los pies para la lengua
la bolsa del pan
que por fin se encuentra en el ahora.
1 desmadre de huesos ya bien acomodados.
La polka madre de la conciencia plena
es el día que ves.
La gratitud alimenta estrellas.
Esta cura que es la casa
y que materna nos abraza
como si hubiera entrenado toda la vida
para arrimarnos otra vez la extrañeza
de volver a amar.
Llueven y llueven
las gotas en el río
pero mira cómo llueve
por ver la luz & el río crecer.