jueves, 5 de diciembre de 2013

La Muerte de Los Crono-topos que no miden el mito de cavar pozos


Algunas de las palabras que he aprendido están tristes. La ausencia de retórica, el verdadero tratado de figuras sin solipsismos de poéticas individuales; tanta desfachatez en la escritura que se puede explicar bien con viejos formalistas y las entendidas de Bajtin al carnaval. Y en un sin par de abecedarios, poder escribir un diccionario de momentos sartreanos ¿pero felices? El Libro de tus Literaturas Orales De lo que escritor escritor, no se dice pero se niega a teorizar y, cómo lo dices, también te apresuras a escribir viviendo Cuánto es de la vida el análisis lo que fija Qué irá a ser de tanto a lo dicho mucha moraleja de trechos al pecho de los horizontes que la Escritura desplaza “me tengo que morir y no sé qué hacer con tantos libros. No sé qué va a ser de ellos” El Libro de los Libros Perdidos El libro de los encuentros del libro Llévese un sendero para las bifurcaciones, una brújula que baile mazahua siempre hace falta un Aleph para arrullar sus senderos levante aquí un muro y atrape cuántas lecturas pokerevólver poqué no te das un tiro Historia de la nueva caída de tus Españas más deseadas  En tu oficina portátil de inventarios han reparado no sé cuántas curvas de tutús morados y ya se le hizo un moretón ancho a las piernas que buscan alguna explicación del verso que se estrella en el parachoque pero que se aferra a escribir en defensa prosa por qué no tiene cielo en cada ojo esta vieja leyenda de las navajas de afeitar que vienen a relajar los músculos del pasto; este ya se cruza por sus enramadas luces como jardineros mojados por las fronteras del después de todo sin que puedas meterle una nube entre los pies y es un láser de sonidos el que apunta los cantos de los árboles que ya te escuchan explicar el cuento que tu cuentas con la mirada que tienes puesta entre las piedras que llevarás como mártir que regresa de una casería de sombras internas porque el truco de coser panzas al sincho del escudero; es que también una vida Quijotesca, da el vicio de meter ángeles como odas al gol que no fue gol pero sí un entrenamiento de candores y colores de los enverdeceres que se tejen y se tejen para que un día nublado, valga una tumba de Mahoma en cada curva y tope del camino que el libro de los muertos llama estrategía de ceros, ceros; ceros negros como heraldos